Hoy os voy a contar el día que estuve en uno de los mejores
restaurantes del país y pagué como si hubiera estado en el mejor.
Todos los años Mi amigo Jotas y yo ponemos un dinero al mes
y mucha ilusión en un bote, normalmente en noviembre abrimos el bote, cogemos
el dinero y toda la ilusión y nos vamos a un restaurante de renombre.
– ¿A dónde vamos este
año?, ¿seguimos con los de las estrellas Michelin, o pasamos, y probamos con otros?—le
dije un día de verano que estábamos sentados en una terraza tomándonos un caña.
--Para noviembre tendremos uno 100 €, ¿Cuáles nos
faltan?—dice jotas apurando su cerveza.
--Xarma, El mirador, Kokotxa…--voy haciendo la lista sobre
la marcha cuando Jotas me interrumpe.
--El Xarma no tiene estrella.
--¡Es verdad! Este año se la dan fijo. —afirmé y me
equivoqué, otro año sin estrella, que injusticia.
--y Zuberoa…--propuso. Nos quedamos los dos un rato
callados, ahora apuré yo mi cerveza. Zuberoa, mítico , ¿nos sentiremos cómodos
allí un par de garrulos sin demasiados recursos? ¿Valdrá la pena el esfuerzo
económico…?
Aquel día tampoco lo decidimos.
--El otro día estuve con Andrés, sigue sin trabajo. –cambió
de tema jotas.
--¿qué tal está?—pregunté pensando en la difícil situación de quedarse sin
trabajo con más de cuarenta y en plena crisis, además sus dos hermanos también
están en el paro.
--Jodido, su padre ha tenido un accidente y no puede estar
solo, los tres hermanos andan turnadose para cuidarle, y lo peor es que no
saben cómo va a quedar. —me sorprende
jotas.
--tengo que llamarle...—mañana mismo, pensé
Al final llego el día, nos vamos al Zuberoa decididos. A por el menú
degustación.
--tienen reserva. —nos pregunta una mujer completamente
vestida de negro como el resto de sus compañeras.
--si…
Entramos, nos sentamos, nos guardan los abrigos y nos dan la
carta. Nos explican que es lo que hay fuera de carta… como si fuéramos a
arriesgarnos a pedir algo fuera de carta, sin saber el precio, je, je… ¡que
nosotros vamos justos! … --venimos por el menú degustación. —interrumpimos las
explicaciones.
--quieren un aperitivo antes de empezar. –nos preguntan.
--¿Aperitivo?, Umm... ¿Qué? –dudamos, supongo que se
refieren a un vino o…
--un txakoli o...—nos aclara. Vaya, empezamos sudando…un
momento después nos preguntan:
--les traigo la carta de vinos. —
--sí, por favor. –decimos,
ya con seguridad. Se nos acercan con un libro de unos 5cm de grosor…
Para leerla entera necesitas varias horas… supongo que no te dejarían estar tanto
tiempo.
Comimos de maravilla, la mejor paloma que he comido en mi
vida, sin duda; el postre dedicado al txakoli espectacular. Pero me voy a
permitir hacer alguna crítica ya que los trescientos y pico euros que pagamos (por
los dos menús y el vino) no te dan conocimiento para hacerla, pero sí algo de
legitimidad: la Vichyssoise de hinojo con erizos de mar, muy salada, la verdad
que no me resulto agradable. Y en la Vieira
asada, vinagreta de cítricos y endibia caramelizada, la textura de la vieira perfecta,
del coral ni rastro, en cuanto al sabor a limón: no era nada sutil, vaya que
solo sabía a limón. Y el bizcocho de chocolate…pues eso bizcocho de chocolate.
Creo que para disfrutar plenamente de este restaurante hay
que ir con cierta asiduidad, conocer la carta, sobre todo la de vinos… me
parece que yo nunca podré disfrutar plenamente de este restaurante. Snif, snif.