miércoles, 7 de agosto de 2013

Patatas tres salsas

Hoy os voy a contar como preparar unas patatas con tres salsas, bueno os voy a explicar cómo hacer las tres salsas en un momento.
Hace un par de años en fiestas del pueblo cenábamos en un bar, en el que acompañan sus platos de carne con una fuente de patatas cuadradas y tres salsa: brava, alioli, y kétchup. Aquel día se me acerca lucia:-- Hola Lucia—le digo disimulando mi alegría.
--Hola Beandel – con una sonrisa que ilumino el bar, o eso me pareció a mí. Que gusto cuando percibes alegría en alguien al verte. Sobre todo si es alguien como Lucia, ya os he contado algo sobre ella, es una chica simpática, agradable y muy atractiva. Siempre intento medir mucho mis palabras y actos con ella, no quiero dar la impresión de estar interesado, o por lo menos no tanto como lo estoy en realidad, ya tengo una mujer encantadora, que no tiene nada que envidiar de Lucia y dos niñas preciosas. Pero la verdad que me gusta esa  sensación  que se me queda cuando  flirteo un poquito con Lucia, sobre todo porque ella me sigue siempre, es más, me supera con creces, o eso me parece a mí, ¿será cierto? O me engaño… y es que me cuesta mucho creer que Lucia esté atraída por mí.
Os cuento como hacer las salsas:
Alioli: en realidad es una mahonesa con ajo, así todos podréis hacerla. Se machaca un poco de ajo en un mortero o con un prensa ajos, yo suelo poner un diente por cada 100gr de mahonesa, si le quitas el brote del centro dicen que no repite. Mezclamos con la mahonesa y listo.
Brava: Mezclamos salsa de tomate con tabasco, hay una variedad de tabasco ahumada más suave y con un toque ahumado que me gusta mucho, yo normalmente pongo esta.
Kétchup: trituramos salsa de tomate, azúcar moreno, vinagre, cebolla, pimiento verde, sal… os voy a poner cantidades para que vayáis probando, lo mejor es que las vayáis variando e introduciendo más  especias  a vuestro gusto. 250 ml de salsa de tomate, media  cebolla pequeña, medio diente de ajo (sin el germen), un poco de pimiento verde (un cuarto de los italianos) 25gr de azúcar moreno, 30cc de vinagre, una pizca de sal.
Como os he contado, en el bar que cenamos en fiestas sacan estas salsas con unas patatas cuadradas. Al salir, con el contraste de temperatura, en el bar hacía un calor sofocante, un escalofrió me sacudió todo el cuerpo. – ¿Frío?—me dice Jotas.
--El cambio de temperatura—antes de terminar la frase veo como Lucia se me acerca y me abraza mientras dice:--ven, yo te doy calorcito--.
Se me pasa el frío al instante, en realidad no siento nada, ni veo nada, parece como si el mundo hubiera acabado, nada existe… poco a poco voy tomando consciencia del entorno, lo primero que veo es la cara de Jotas, él está más estupefacto todavía, supongo que de envidia. Yo sé que Lucia le encanta.
Busco y rebusco en mi mente en busca de algo que decir, algo con lo que agradecer el abrazo, algo bonito pero que marque un poco de distancia  --bueno, vamos a tomar algo—oigo decir torpemente y creo que lo dije yo. Lucia me suelta y asiente, veo una ligera sonrisa en su boca y una chispa de decepción en sus ojos.

martes, 30 de abril de 2013

Codornices de mi madre


Hoy os voy a contar como hace las codornices mi madre, no sé si a vosotros os gustaran así, pero a mí es como más me gustan, dicen que la comida de tu madre es la mejor, y la verdad es que no será la mejor, pero es  la que has mamado y eso tira…
Lo primero necesitamos 6  buenas codornices, 2  cebollas dos o tres zanahorias, un chorrito de vino o algún licor, aceite y sal.
Recuerdo el día que me dijo:
—Beandel, me llevas al centro que estoy cansada y tengo que hacer unas compras. —de eso hace ya unos años, accedí de mala gana, mejor estaría en mi habitación oyendo música, o leyendo o simplemente tirado en la cama.
—Pero no te enrolles—le ladro.
Llegamos al centro y aparco –yo me quedo en el coche—digo. Ella se baja del coche, me doy cuenta que le cuesta un poco, me quedo mirándole mientras se aleja, va despacio y cojeando un poco. La miro bien, la veo distinta. Hace mucho que realmente no me fijaba en ella quizás, no puede ser, pienso: se ha hecho mayor… mi madre, siempre fuerte, protectora, siempre ahí para ayudarme, protegerme… y ahora cuando la veo alejarse veo una persona frágil… me invade una angustia que nunca había sentido hasta entonces.
A pesar de que efectivamente es mayor sigue haciendo las codornices estupendas.
Ella las hace en una cazuela de barro: corta las cebollas en juliana y la zanahoria en rodajas finas. Un chorrito de aceite, mete la cebolla y la zanahoria en la cazuela, y las codornices encima. Lo importante es pillar el punto al fuego, el fuego tiene que ser el adecuado, a mí no me salen tan bien, yo no pillo el punto. Es importante lo del fuego ya que una cuando están  los ingredientes en el fuego, tapa la cazuela y se va, deja que las codornices se hagan solas
Desde ese día que os he contado antes, los papeles fueron cambiando poco a poco, las dependencias se fueron invirtiendo… con el tiempo estos papeles se asumen y entran en la normalidad, no pasa nada, pero el día que te das cuenta… se acaba algo, pierdes algo, no se… puede que sean los últimos restos de tu infancia.
--de un día para otro te cambia la vida—me dijo Andrés, un día hablando de este tema.
--el accidente nos cambió la vida, mi padre completamente dependiente y mi madre superada…--se quedó pensativo un rato. Sus ojos se humedecieron, se notaba que la situación le superaba. —no sé qué hacer, no sabemos qué hacer, cada di que pasa la situación se agrava, y no debería, mi padre sigue igual y ahora que va al centro de día, mi madre puede descansar. Pero no, no descansa, no delega, tiene que controlar todo y no llaga y se enfada y todo está mal, según ella. —la cara de Andrés supuraba angustia, una angustia que dura meses y sabía que duraría más de lo que él creía poder aguantar. Más adelante me confeso que en algún momento, momentos de desesperación, había odiado sus padres.
Más de una vez he preguntado a mi madre como hace exactamente las codornices y ella siempre me dice que si las condiciones son las adecuadas, se hacen ellas solas. Yo he observado como las hace y creo que estas son las condiciones:
La primera es que la capa de cebolla y zanahoria del fondo de la cazuela sea la justa, ni muy delgada (se quemarían las codornices) ni muy espesa (no se dorarían) y el fuego ni muy fuerte (se quemarían) ni muy suave (se cocerían). Mi madre instintivamente, yo creo, controla todo esto y deja las codornices a su suerte, ellas mismas van soltando la grasa que necesitan y no dejan que la cebolla se queme, pero a su vez se dore bien, algo muy importante para que la salsa coja su color marrón. Pasados unos veinte minutos, más o menos,  se acerca y da la vuelta a las codornices, pasados otros veinte minutos le echa un poco de vino o licor, lo que pille. Lo deja un ratito pasa la salsa en el pasapuré y listo.
Y lo más curioso es que mientras tanto está haciendo tres o cuatro cosas, no creo que piense o planifique como hacer este plato ni un segundo, puede que el secreto sea en confiar en las codornices.

martes, 12 de marzo de 2013

Barbacoa de pescado


Hoy os voy a contar el día que fui a pescar con mi hija pequeña, que ricas saben las cosas pescadas o recolectadas por uno mismo.
De repente aparece ella con su mochila de pescar. --¿vamos a pescar? Me pregunta, --¿ahora? Contesto sorprendido. Se me queda mirando con cara de pena, los dos sabemos que le dará resultado.
Nos montamos en la lancha, hoy vamos a motor, empiezan las olas y yo le sujeto fuerte, nos tambaleamos sin parar y ella no para de reír…  – ¡Un tiburón, un tiburón! – grita señalando con el dedo. Cojo un remo y le doy en la cabeza, el tiburón se va lamentándose… --gracias por salvarme. –me dice mientras  me abraza… que valentía te da el ver a un hijo en peligro, cuando se tienen hijos te vuelves mucho más valiente, pero se tiene más miedo que nunca, será porque nunca habías tenido tanto para defender ni tanto que perder.
--¿Pescamos aquí?-- pregunto, mientras preparo mi caña. --vale. –contesta.
Como la pesca nos ha ido bien, vamos a una isla desierta a preparar el pescado. Suerte que tenemos la barbacoa y carbón en la lancha.
Lo primero es hacer una buena brasa en la barbacoa, se pone un poco de papel y ramitas muy finas y secas en el fondo de la barbacoa, también vale con pastillas, y le damos fuego. Cuando hay un buen fuego en la base de la barbacoa, ponemos la parrilla y encima bien de carbón, si, encima de la parrilla. De esta manera el aire circula entre el carbón y se enciende en un momento y lo que es más importante, uniformemente.
A mi amigo Jotas le encanta ir de barbacoa, en cuanto llega la primavera mete la barbacoa y carbón en el coche y la tiene hasta bien entrado el otoño. Siempre dispuesto a cocinar algo a la brasa y siempre tiene un buen vino para acompañar la comida. La última vez que me invito a una barbacoa trajo un borgoña. – qué color más apagado tiene. –le comento. El vino tenia color más  pálido de lo que estamos acostumbrados -- en boca también es más sutil.-- la primera vez que lo tomas te parece flojo, pero ahora estoy enganchado. –Dice Jotas, y continúa. —este en concreto tiene unos aromas a lirios y frambuesas…
-- Me maravilla la gente que es capaz de percibir estos aromas tan sutiles en un vino, es más; me maravilla que tengan registrados tantos aromas en su mente, a lirios dice.
--y lo mejor es dejarlo un rato en la copa y ver como se transforma, sale la madera, especias…--sigue contando emocionado.
Una vez que la mayor parte del  carbón ya ha prendido, lo echamos al fondo de la barbacoa, si el pescado es grande colocamos las brasas en las esquinas para que el calor no incida directamente y así podemos tenerlo más tiempo haciéndose. Colocamos la parrilla en su sitio y esperamos un poco a que se haga bien la brasa. Ya podemos salar el pescado y ponerlo en la parrilla, mejor no quitarle las escamas, una vez hecho se van con la piel. Para un pescado de medio kilo con 15- 20 minutos será suficiente, si es de un kilo con 30-40 minutos. Es importante pintarlo con un aceite aromatizado de vez en cuando y a mitad de cocción darle la vuelta.
--bueno, se acabó ¿recogemos? Digo. –Joooooo. ¿Ya?—protesta mi hija.
Le miro, y ella asiente, recoge sus juguetes y los lleva a su cuarto.

jueves, 7 de febrero de 2013

Sushi pan


Hoy os voy a contar como hacer un falso maki sushi, esta receta es rápida y fácil, no intenta sustituir a un buen sushi, que nadie se engañe…
Me aficioné al suhi a raíz de un curso de cocina oriental al que asistí ya hace unos años, me compre mi esterilla para enrollar los maquis, unos moldes para hacer Nigiris, palillos y algún libro de recetas, descubrí que había muchos tipos de shusi, todo un mundo.
Un domingo de los  de sofá, me invadió el antojo de comer sushi, pero como estaba muy vago se me ocurrió sustituir el arroz, que es lo que más trabajo da, por pan de molde, y así surgió el sushi pan. Mi suhshi pan, que luego he visto que los hay a montones por la red, y yo que me creía original...
Además del pan de molde necesitamos un poco de vinagre, pescado, aguacate y por supuesto alga nori.
Marinamos en vinagre un poco de pescado  y aguacate en tiras, un ratito vale.
Se le quitan los bordes al pan y lo estiramos con un rodillo como si fuera masa.
Cada vez que preparo sushi recuerdo el día mágico con Lucia.
Un día, me anime a preparar una cena oriental para unos amigos, al final nos juntamos doce o trece, no recuerdo bien, lo que recuerdo perfectamente es que Lucia se ofreció a ayudarme y yo acepte con gusto. Como cambian las cosas, mi relación con lucia empezó bastante mal, por culpa de un malentendido. Con los años coincidimos varias veces ignorándonos, hasta que un día empezamos a hablar, aclaramos el malentendido, y seguimos hablando y hablando…
El día de la cena, quedamos en la sociedad un par de horas antes.
--tú me dices lo que quieres que haga y yo obedezco. –dice, por la cara que puso me pareció que insinuaba algo, pero no podía ser, me quité la idea de la cabeza.
Cuando el pan de molde ya esté bien fino, cuanto más fino mejor, lo colocamos encima de una hoja de nori, ocupando un poco más de dos tercios de la hoja nori. A continuación colocamos una fila de pescado y otra de aguacate en el pan, y enrollamos de la misma manera que un verdadero maki.
Recuerdo cuando enseñé a Lucia a enrollar el alga con el arroz y el pescado…en un momento, no sé cómo, sus brazos y los míos estaban intercalados en el mismo rollito de sushi, su pecho en mi espalda, nuestras caderas pegadas… Beandel concéntrate, me dije, como somos los tíos, no pasa nada, pensé… ¿pero qué es eso? En la camiseta de lucia había dos puntos sobresalientes que antes no estaban ahí, y además está sonrojada, me mira fijamente con una leve sonrisa… mi mente empieza a dar vueltas, ¡para, stop!
Empiezo a pensar fríamente, Lucia es una chica diez, dulce, simpática, piernas largas, unos pechos  generosos pero no exagerados, una sonrisa preciosa y unos ojazos de color miel que redondean su bonita cara. Todos mis amigos solteros han intentado acercarse a ella sin éxito... me lo intentó quitar de la cabeza, ¡imposible!
--Con el tiempo vas haciendo variantes de ingredientes, distintos pescados, a veces lo adaptas un poco a nuestra cocina, poniendo salmón ahumado en vez de crudo… la última vez hice makis de salmón crema de queso y pepinillo.—empecé a hablar para que mi mente se ocupara en otra cosa. Ella sonrió.
Ahora que ya tenemos el rollito (de maki) lo cortamos en rodajas que se puedan comer de un bocado y listo. A la hora de servir acompañar con un poco de soja.

jueves, 17 de enero de 2013

Pizza de huevos al plato





Hoy os voy a contar como hacer una pizza un poco diferente. Lo primero es hacer la masa  o comprar una  ya hecha, si es fresca mejor, las congeladas… a mí no me gustan.

La última vez como tenía tiempo  hice la masa: probé una receta que encontré navegando por los blog de cocina cuando intentaba indexar este blog en Google, algún día  os lo cuento.(Mira el enlace que lo explica mejor que yo, y viene con truco para fermentar la masa.)
Mientras fermentaba la masa me acordé de que tenía que llamar a Andrés.
--que pasa Andrés ¿Cómo te va?—le saludo por teléfono.
--Bueno, ya sabes, liado. Lo mi padre  va muy lento y ya estamos todos  cansados. –me dice con desanimo. Su padre sufrió un accidente y ahora no se vale por sí mismo, además vive a una hora de camino y tiene que ir dos veces por semana, además de uno de cada tres fines de semana. –y lo peor es que mi madre no termina de admitirlo, casi es lo peor. Se enfada porque dice, que mi padre no pone todo de su parte para volver a andar, no sabemos que hacer…
--sigue contándome más desanimado si cabe. Además sé que ya empiezan los rollos entre los hermanos…  es difícil llevarlo.
 Hablamos un rato y para cuando me doy cuenta la masa ya ha doblado su tamaño. Ahora la estiro y estiro... pensando en Andrés, ¡que duro!, cuando la impotencia te reconcome noche y día, intentas buscar una solución, pero nada, parece como si todos debiéramos saber gestionar todas las situaciones, y a lo mejor no estamos preparados  o quizá no haya solución. Hasta que un día te levantas pensando que ya has dado todo que podias y que aunque no has podido con el problema, lo has intentado y es lo que cuenta, eso te reconforta un poquito. A la larga te ayuda, lo que nunca superas es quedarte con la sensación de no haber hecho le que debías.
Ya tengo la masa en un papel de horno y además necesito, jamón serrano en taquitos, pimiento de piquillo en tiras salsa de tomate y huevos de codorniz.
Unto la base con bien de salsa de tomate, dejando un par de cm en el bode sin salsa, así podemos untar estos bordes en los huevos, Ñam, Ñam… a continuación ponemos el jamón  y los pimientos.
Ponemos el horno con la bandeja dentro (para que se caliente) a 240Cº cuando llegue a esa temperatura introducir la pizza en el horno encima de la bandeja caliente, con esto conseguimos que la base de la pizza quede dorada y crujiente. Una vez introducida la pizza bajamos la temperatura a 200 Cº   la dejamos 10 minutos y ya estará prácticamente hecha, ahora apagamos el horno y con cuidado vamos echando los huevos de codorniz, alguno se nos romperá al abrirlo pero no pasa nada. Dejamos 5 minutos dentro del horno apagado y listo.
La primera vez que hice esta pizza a mis hijas les encantó, la menor de tres años tenía dos platos favoritos, la pizza y los huevos de pajarito, como les llama ella, ahora este es lo más.
--corta los bordes y unta los huevos. —le digo a Elena, mi pareja.
--ha, ¡pero si la yema no esta cuajada! – comenta sorprendida.
--meto los huevos al final, cinco minutos con el horno apagado, para que se haga justo la clara y la yema se pueda untar. —digo, orgulloso de mi invento y le cuento; como de pequeños comíamos huevos al plato en unas cazuelitas metálicas y bla, bla, bla…sigo hasta que veo esa preciosa sonrisa que significa: me gusta escucharte pero el tema no me interesa demasiado, y termino mi historieta.